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Garcilaso de la Vega (1501?-1536) El poeta más representativo del espíritu renacentista es Garcilaso de la Vega, introductor del petrarquismo, quien marcó el rumbo de la poesía posterior. Por su vida y por su poesía, encarna el modelo del hombre renacentista: era el perfecto cortesano, cultivado y sensible, y a la vez un valiente guerrero. Su breve obra inicia una nueva sensibilidad intimista, que se expresa en el análisis de los sentimientos del poeta.Vida De origen noble, descendiente del marqués de Santillana, fue un poeta- soldado cuya vida estuvo marcada por la del emperador Carlos V, ya que formaba parte de su séquito. En 1526, en la boda del rey con Isabel de Por tugal, conoció a una de las damas de la reina, Isabel Freyre, quien le inspiró muchos de sus poemas amorosos. Con el rey viajó a Italia, y por el estuvo desterrado en una isla del Danubio y en Nápoles, donde residió durante un tiempo y se familiarizó con los poetas italianos. Su formación cultural fue la de un humanista: conocía el griego, el latin, el toscano y el francés, y había leido a Virgilio, a Horacio y a los poetas italianos renacentistas como Petrar ca y Sannazaro. Murió a los treinta y seis años en el asalto a una fortaleza en Provenza Obra La obra de Garcilaso fue breve, como su vida. En ella destacan los sonetos. unos cuarenta, y las tres églogas. ►La Egloga I es la más valorada. En ella, los pastores Salicio y Nemo- roso expresan sus quejas en una naturaleza dulce y bucólica. Mientras Salicio se lamenta por los desdenes de su amada Galatea, Nemoroso Ilora la muerte de Elisa. En realidad, ambos pastores representan al propio Garcilaso, que canta a su amada, en vida y tras su muerte (co- mo Petrarca había hecho en su Cancionero). La composición refleja de forma magistral el tono emotivo renacentista, contenido y melancóli- CO. La Egloga II recoge la historia de los desgraciados amores de Albanio (seguramente represen ta al duque de Alba o a su hermano) y la pastora Camila. Es la égloga más extensa, la prime- ra que escribió y la menos brillante. En la Egloga III, en medio de una naturaleza suave y bucólica, cuatro ninfas tejen, en unos tapices, trágicas historias amorosas. Las tres primeras historias aluden a personajes mitológi cos, y la cuarta trata de los amores entre Nemoroso y Elisa (como vimos, el propio Garcilaso e Isabel Freyre). La égloga termina con el canto de dos pastores. Garcilaso compuso, además, cuatro Canciones petrarquistas, la oda A la flor de Gnido (donde in- trodujo la lira), dos elegías y una epístola a Boscán. En 1543, la viuda del poeta barcelonés Juan Boscán, amigo de Garcilaso, publicó conjunta- mente las obras de ambos poetas, y enseguida la poesía de Garcilaso alcanzó una gran difu- sión. A los pocos años, Garcilaso era comentado como modelo en la Universidad de Salaman- ca, y en 1580, Fernando de Herrera realizó una edición crítica de su obra como si ya fuera un clásico. A partir de ese momento, Garcilaso se convierte en uno de los poetas más admirados y, como Jorge Manrique, es un «poeta de poetas al que se cita y a quien se dedican muchas composiciones. Garcilaso transformó la métrica y renovó el tratamiento del tema amoroso y de la natura- leza. El amor y la naturaleza en la poesia de Garcilaso La poesía de Garcilaso gira en torno a dos grandes temas: el amor y la naturalelsen miento amoroso, dichoso o desgraciado, es el centro de su lírica. Por eso su poesía es intimisu y en ella la naturaleza-idealizada-siempre acompaña a los personajes. Garcilaso es uno de los grandes poetas del amor, porque suma la moda petrarquista del tema amoroso y el sentimiento real, vivido, del poeta. Pero ese sentimiento, aunque apasionado, se expresa de una forma contenida y grave, es lo que él mismo llama «el dolorido sentir». Garcilase inaugura con el tema amoroso una poesia intimista que lo convierte en el maestro de otros poe tas posteriores que tienen como tema central el amor, como Gustavo Adolfo Bécquer, en el ro manticismo, o Pedro Salinas, en el siglo xx. Garcilaso también incorpora la naturaleza a la poesía castellana, sobre todo en las Eglogas. En ellas, el elemento natural adquiere tanta importancia como el diálogo entre los pastores o los personajes mitológicos que protagonizan las historias. La extensión de la égloga permite al poe- ta la descripción detallada de los sentimientos y de la naturaleza. Estilo La obra de Garcilaso supone la creación del lenguaje poético renacentista, elegante y natural al mismo tiempo. La renovación del estilo se basa en el léxico refinado pero al mismo tiempo sencillo (es decir, sin afectación ni arcaísmos), en los abundantes epitetos y en la suave musica- lidad del endecasilabo. A partir de Garcilaso, el soneto se convierte en la estrofa básica de la poesía culta castellana y llega hasta el siglo xx en la obra de autores como Miguel Hernández o Federico García Lorca. Puede decirse que toda la poesía posterior está condicionada por la obra de Garcilaso.El Renacimiento: la prosa y el teatro La narrativa del siglo xvi En el siglo zvy conveven dos tendencias narrativas: la novela idealista (nealista (epimentales libros de caballerias, noveles panderies, bizantinas y moriscas) y la novela realista (representada en la novela picaresca) A finales de siglo, la narranva culmina en la obra de Miguel de Cervantes. En la literatura castellania del siglo xya triunfaron, como en el resto de Europa, las narraciones idealistas, taliana del siglo de la Edad Media-novelas sentimentales y libros de ca. ballerías como las propias del Renacimiento novelas pastoriles y bizantinas. Junto a ellas, aparecen otros tipos de relatos distintos: las novelas moriscas, narración idealista que entronca con la temática de los romances moriscos, y, sobre todo, la novela picaresca, que contrasta con las anteriores por su intenso realismo. La narrativa del sigio xvt alcanza su plenitud en la obra de Cervantes, que reúne todos los gé neros de la época y que culmina en los primeros años del siglo XVII. La novela idealista Las novelas idealistas que más triunfan en el siglo XVI son: La novela de caballerias, que sitúa la acción en la Edad Media y cuyo protagonista es un caballero que representa el modelo de héroe épico. • La novela pastoril, que narra historias amorosas entre pastores en un ambiente bucólico. La novela bizantina, que cuenta aventuras protagonizadas por una pareja de enamorados de altisimo linaje. • La novela morisca, que desarrolla la acción en un idealizado mundo musulmán. Los libros de caballerías eran la lectura preferida en la corte, luego, la moda se extendió a esta- mentos inferiores. Se presentaban como relatos verídicos que habían sido escritos en alguna len- gua extraña, y el autor se declaraba mero traductor de la novela (una ficción que repetiría Cervan- tes en el Quijote). El éxito de los relatos caballerescos pudo deberse a que presentaban un modelo de caballero heredero del héroe épico: ejemplar guerrero, fiel enamorado y aventurero idealista, y a la tajante división entre personajes positivos y negativos. Las novelas de caballerías, que situa- ban la acción en la Edad Media y en países lejanos, y que narraban sucesos fantásticos, reflejaban una cierta nostalgia de la estética medieval, ya que empleaban un lenguaje arcaizante y estaban escritas en letra gótica, esos rasgos les daban un aire antiguo y aristocratizante. Los erasmistas y humanistas criticaron las novelas de caballerías por su inverosimilitud y sensualidad. Entre las novelas de caballerías destaca el Amadis de Gaula, obra que había reelaborado Garci Rodriguez, de Montalvo en 1508 sobre un texto anterior muy popular, que dio lugar a numerosas continuaciones. El libro narra las aventuras de Amadís, hijo de los amores secretos entre el rey Perión de Gaula y la princesa Elisena de Bretaña. Amadís, desde niño, está enamorado de Oria- na, a quien dedica sus hazañas. De este amor nacerá Esplandián, héroe de libros posteriores. Las aventuras de Amadis transcurren en diferentes escenarios europeos, y la fantasía y la magia tienen una función importante en la vida del caballero. Otros héroes caballerescos también ori- ginaron su propia saga, como Palmerin de Inglaterra. La novela pastoril incorpora el ambiente bucólico de las églogas; se inspira en Virgilio y en La Arcadia, de Sannazaro, y narra historias amorosas entre pastores. La más famosa es Los siete libros de la Diana, de Jorge de Montemayor. También Cervantes, como veremos, escribió una novela pastoril, La Galatea, publicada en 1585. ►La novela bizantina o novela griega imita un relato de Heliodoro descubierto en 1534 y cuenta las aventuras de una pareja de enamorados, siempre de alto linaje. Combina la historia amorosa con innumerables peripecias: viajes, raptos, naufragios, separaciones y encuentros fortuitos. Suele tener un final feliz, muchas veces termina con la boda de los protagonistas, que han superado muchas pruebas antes del encuentro final. Este tipo de novela fue valorado por los erasmistas por su visión moralizadora y su exaltación del amor casto. ►La novela morisca triunfó a raíz de la publicación de la historia de El Abencerraje, también conocida como Abindarraez y la hermosa Jarifa. El relato apareció intercalado dentro de otra no- vela, como una historia que narra una pastora dentro de La Diana, de Montemayor, quien pro- bablemente fue el autor de este primer relato morisco. El protagonista es un joven moro, valien- te y galante, tipo que ya había aparecido en los romances moriscos. El gusto por el exotismo, el refinamiento y el colorido de un idealizado mundo musulmán pervivirá en muchos escritores posteriores, como Cervantes, en el Quijote, y Lope de Vega, autor de romances moriscos. El teatro del siglo xvi En la primera mitad del siglo xvi, conviven el teatro cortesano y el primer teatro renacentista, en el que sobresale Gil Vicente. Durante la segunda mitad del siglo, aparecen los corrales y las compañías de actores profe sionales, que representan obras religiosas, y clasicistas, y también comedias, en las que destaca Lope de Rueda. Además, continúan las representaciones de autos sacramentales, teatro religioso que proviene de la Edad Media A partir del reinado de los Reyes Católicos, en los salones palaciegos se representaba un teatro cortesano que combinaba escenas dialogadas con danzas y música. En las piezas de este tipo pesa más el diálogo, tan en boga en el Renacimiento, que la acción dramática. El teatro en la primera mitad del siglo xvi A finales del siglo xv y comienzos del xvi surge una generación de dramaturgos que inician el teatro renacentista, entre los que destacan Juan del Encina, Torres Naharro y Gil Vicente. Juan del Encina, como vimos, representa la transición de la Edad Media al Renacimiento. Co- menzó escribiendo un teatro religioso y evolucionó hacia un teatro profano en el que incluíatemas mitológicos. Tiene interés para la evolución teatral posterior porque en alguna de sus obras aparece el bobo, el tipico personaje rústico que es un antecedente del personaje del gra- cioso, tan característico del teatro barroco. entista prole iene atro po Bartolomé de Torres Naharro incorpora una gran variedad de motivos y personajes nuevos en comedias que tratan sobre el tema del honor. Escribe dos tipos de obras las comedias a noticia, reahstas y con un lenguaje sencillo, y las comedias a fantasía, en las que aparecen temas más imaginativos, aunque dentro de la verosimilitud. Gil Vicente fue un autor muy variado, ya que escribió farsas, dramas alegóricos, etc. Pero lo más nuevo y determinante para el teatro posterior fue la introducción en sus obras de numerosos elementos líricos, como romances, villancicos..... El teatro en la segunda mitad del siglo xvi A mediados del siglo xvt, se instalaron algunos teatros en patios interiores que estaban rodeados de casas: los corrales. En los corrales, la escena y el público popular se situaban en el patio, mientras que las autoridades y clases altas lo hacían en las galerías superiores, antecesoras de los palcos que posteriormente se construirían en teatros y cines. Al principio, la gestión de los cor- rales se concedió a los hospitales, pues los beneficios de las representaciones teatrales se dedi- caban a su mantenimiento. La aparición de un teatro estable supuso cambios notables, como el nacimiento de compañías teatrales profesionales y la regularidad en las representaciones. Fueron importantes los corrales de Sevilla, Madrid y, sobre todo, Valencia. En ellos se represen- taban obras religiosas en determinadas festividades (por ejemplo, los autos sacramentales que se escenificaban en torno a la fiesta del Corpus) y también se hacía teatro profano. Dentro del teatro profano, se distingue la corriente más clasicista que, por ejemplo, siguió Cervantes en tragedias como La Numancia- y las obras que proceden de la comedia nueva italiana, que seguía el esquema del teatro clásico (cinco actos y unidad de tiempo, lugar y acción) y que, con algunas variaciones importantes, se adaptó como el nuevo teatro renacentista. Lope de Rueda, actor y autor teatral, puede considerarse el creador de la comedia renacen- tista y, sobre todo, de un tipo de teatro popular los pasos. Toma como punto de partida la comedia nueva italiana, pero la transforma, ya que elimina los elementos más clasicistas y cultos (los cinco actos, las tres unidades, los discursos retóricos...) y añade escenas cómicas o pasos. La comicidad de Lope de Rueda, que le procuró un gran éxito en su tiempo, se basa en un lenguaje realista, lleno de incorrecciones y vulgarismos, y en la creación de tipos popula- res graciosos, personajes esquemáticos que se repiten en distintas obras, como el bobo, el morisco, el soldado fanfarrón, el vizcaíno, la negra... En conjunto es un teatro popular, costumbrista, que persigue la comicidad y la sobreactuación -recordemos que el autor tam- bién era un excelente actor. El paso fue el antecedente del entremés, pieza dramática muy breve que se representaba en los entreactos o al final de otras representaciones. Entre los pasos de Lope de Rueda, destacan: Las aceitunas, versión del conocido cuento tradicional La lechera; Cornudo y contento, y La tierra de Jauja. El teatro de Lope de Rueda será fundamental para el desarrollo del teatro posterior, como el de Lope de Vega. Junto al teatro de los corrales y al teatro cortesano, perviven los autos sacramentales, que con- tinúan escenificando al aire libre, delante de las iglesias, piezas breves de temática religiosa.
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Garcilaso de la Vega (1501?-1536) El poeta más representativo del espíritu renacentista es Garcilaso de la Vega, introductor del petrarquismo, quien marcó el rumbo de la poesía posterior. Por su vida y por su poesía, encarna el modelo del hombre renacentista: era el perfecto cortesano, cultivado y sensible, y a la vez un valiente guerrero. Su breve obra inicia una nueva sensibilidad intimista, que se expresa en el análisis de los sentimientos del poeta.Vida De origen noble, descendiente del marqués de Santillana, fue un poeta- soldado cuya vida estuvo marcada por la del emperador Carlos V, ya que formaba parte de su séquito. En 1526, en la boda del rey con Isabel de Por tugal, conoció a una de las damas de la reina, Isabel Freyre, quien le inspiró muchos de sus poemas amorosos. Con el rey viajó a Italia, y por el estuvo desterrado en una isla del Danubio y en Nápoles, donde residió durante un tiempo y se familiarizó con los poetas italianos. Su formación cultural fue la de un humanista: conocía el griego, el latin, el toscano y el francés, y había leido a Virgilio, a Horacio y a los poetas italianos renacentistas como Petrar ca y Sannazaro. Murió a los treinta y seis años en el asalto a una fortaleza en Provenza Obra La obra de Garcilaso fue breve, como su vida. En ella destacan los sonetos. unos cuarenta, y las tres églogas. ►La Egloga I es la más valorada. En ella, los pastores Salicio y Nemo- roso expresan sus quejas en una naturaleza dulce y bucólica. Mientras Salicio se lamenta por los desdenes de su amada Galatea, Nemoroso Ilora la muerte de Elisa. En realidad, ambos pastores representan al propio Garcilaso, que canta a su amada, en vida y tras su muerte (co- mo Petrarca había hecho en su Cancionero). La composición refleja de forma magistral el tono emotivo renacentista, contenido y melancóli- CO. La Egloga II recoge la historia de los desgraciados amores de Albanio (seguramente represen ta al duque de Alba o a su hermano) y la pastora Camila. Es la égloga más extensa, la prime- ra que escribió y la menos brillante. En la Egloga III, en medio de una naturaleza suave y bucólica, cuatro ninfas tejen, en unos tapices, trágicas historias amorosas. Las tres primeras historias aluden a personajes mitológi cos, y la cuarta trata de los amores entre Nemoroso y Elisa (como vimos, el propio Garcilaso e Isabel Freyre). La égloga termina con el canto de dos pastores. Garcilaso compuso, además, cuatro Canciones petrarquistas, la oda A la flor de Gnido (donde in- trodujo la lira), dos elegías y una epístola a Boscán. En 1543, la viuda del poeta barcelonés Juan Boscán, amigo de Garcilaso, publicó conjunta- mente las obras de ambos poetas, y enseguida la poesía de Garcilaso alcanzó una gran difu- sión. A los pocos años, Garcilaso era comentado como modelo en la Universidad de Salaman- ca, y en 1580, Fernando de Herrera realizó una edición crítica de su obra como si ya fuera un clásico. A partir de ese momento, Garcilaso se convierte en uno de los poetas más admirados y, como Jorge Manrique, es un «poeta de poetas al que se cita y a quien se dedican muchas composiciones. Garcilaso transformó la métrica y renovó el tratamiento del tema amoroso y de la natura- leza. El amor y la naturaleza en la poesia de Garcilaso La poesía de Garcilaso gira en torno a dos grandes temas: el amor y la naturalelsen miento amoroso, dichoso o desgraciado, es el centro de su lírica. Por eso su poesía es intimisu y en ella la naturaleza-idealizada-siempre acompaña a los personajes. Garcilaso es uno de los grandes poetas del amor, porque suma la moda petrarquista del tema amoroso y el sentimiento real, vivido, del poeta. Pero ese sentimiento, aunque apasionado, se expresa de una forma contenida y grave, es lo que él mismo llama «el dolorido sentir». Garcilase inaugura con el tema amoroso una poesia intimista que lo convierte en el maestro de otros poe tas posteriores que tienen como tema central el amor, como Gustavo Adolfo Bécquer, en el ro manticismo, o Pedro Salinas, en el siglo xx. Garcilaso también incorpora la naturaleza a la poesía castellana, sobre todo en las Eglogas. En ellas, el elemento natural adquiere tanta importancia como el diálogo entre los pastores o los personajes mitológicos que protagonizan las historias. La extensión de la égloga permite al poe- ta la descripción detallada de los sentimientos y de la naturaleza. Estilo La obra de Garcilaso supone la creación del lenguaje poético renacentista, elegante y natural al mismo tiempo. La renovación del estilo se basa en el léxico refinado pero al mismo tiempo sencillo (es decir, sin afectación ni arcaísmos), en los abundantes epitetos y en la suave musica- lidad del endecasilabo. A partir de Garcilaso, el soneto se convierte en la estrofa básica de la poesía culta castellana y llega hasta el siglo xx en la obra de autores como Miguel Hernández o Federico García Lorca. Puede decirse que toda la poesía posterior está condicionada por la obra de Garcilaso.El Renacimiento: la prosa y el teatro La narrativa del siglo xvi En el siglo zvy conveven dos tendencias narrativas: la novela idealista (nealista (epimentales libros de caballerias, noveles panderies, bizantinas y moriscas) y la novela realista (representada en la novela picaresca) A finales de siglo, la narranva culmina en la obra de Miguel de Cervantes. En la literatura castellania del siglo xya triunfaron, como en el resto de Europa, las narraciones idealistas, taliana del siglo de la Edad Media-novelas sentimentales y libros de ca. ballerías como las propias del Renacimiento novelas pastoriles y bizantinas. Junto a ellas, aparecen otros tipos de relatos distintos: las novelas moriscas, narración idealista que entronca con la temática de los romances moriscos, y, sobre todo, la novela picaresca, que contrasta con las anteriores por su intenso realismo. La narrativa del sigio xvt alcanza su plenitud en la obra de Cervantes, que reúne todos los gé neros de la época y que culmina en los primeros años del siglo XVII. La novela idealista Las novelas idealistas que más triunfan en el siglo XVI son: La novela de caballerias, que sitúa la acción en la Edad Media y cuyo protagonista es un caballero que representa el modelo de héroe épico. • La novela pastoril, que narra historias amorosas entre pastores en un ambiente bucólico. La novela bizantina, que cuenta aventuras protagonizadas por una pareja de enamorados de altisimo linaje. • La novela morisca, que desarrolla la acción en un idealizado mundo musulmán. Los libros de caballerías eran la lectura preferida en la corte, luego, la moda se extendió a esta- mentos inferiores. Se presentaban como relatos verídicos que habían sido escritos en alguna len- gua extraña, y el autor se declaraba mero traductor de la novela (una ficción que repetiría Cervan- tes en el Quijote). El éxito de los relatos caballerescos pudo deberse a que presentaban un modelo de caballero heredero del héroe épico: ejemplar guerrero, fiel enamorado y aventurero idealista, y a la tajante división entre personajes positivos y negativos. Las novelas de caballerías, que situa- ban la acción en la Edad Media y en países lejanos, y que narraban sucesos fantásticos, reflejaban una cierta nostalgia de la estética medieval, ya que empleaban un lenguaje arcaizante y estaban escritas en letra gótica, esos rasgos les daban un aire antiguo y aristocratizante. Los erasmistas y humanistas criticaron las novelas de caballerías por su inverosimilitud y sensualidad. Entre las novelas de caballerías destaca el Amadis de Gaula, obra que había reelaborado Garci Rodriguez, de Montalvo en 1508 sobre un texto anterior muy popular, que dio lugar a numerosas continuaciones. El libro narra las aventuras de Amadís, hijo de los amores secretos entre el rey Perión de Gaula y la princesa Elisena de Bretaña. Amadís, desde niño, está enamorado de Oria- na, a quien dedica sus hazañas. De este amor nacerá Esplandián, héroe de libros posteriores. Las aventuras de Amadis transcurren en diferentes escenarios europeos, y la fantasía y la magia tienen una función importante en la vida del caballero. Otros héroes caballerescos también ori- ginaron su propia saga, como Palmerin de Inglaterra. La novela pastoril incorpora el ambiente bucólico de las églogas; se inspira en Virgilio y en La Arcadia, de Sannazaro, y narra historias amorosas entre pastores. La más famosa es Los siete libros de la Diana, de Jorge de Montemayor. También Cervantes, como veremos, escribió una novela pastoril, La Galatea, publicada en 1585. ►La novela bizantina o novela griega imita un relato de Heliodoro descubierto en 1534 y cuenta las aventuras de una pareja de enamorados, siempre de alto linaje. Combina la historia amorosa con innumerables peripecias: viajes, raptos, naufragios, separaciones y encuentros fortuitos. Suele tener un final feliz, muchas veces termina con la boda de los protagonistas, que han superado muchas pruebas antes del encuentro final. Este tipo de novela fue valorado por los erasmistas por su visión moralizadora y su exaltación del amor casto. ►La novela morisca triunfó a raíz de la publicación de la historia de El Abencerraje, también conocida como Abindarraez y la hermosa Jarifa. El relato apareció intercalado dentro de otra no- vela, como una historia que narra una pastora dentro de La Diana, de Montemayor, quien pro- bablemente fue el autor de este primer relato morisco. El protagonista es un joven moro, valien- te y galante, tipo que ya había aparecido en los romances moriscos. El gusto por el exotismo, el refinamiento y el colorido de un idealizado mundo musulmán pervivirá en muchos escritores posteriores, como Cervantes, en el Quijote, y Lope de Vega, autor de romances moriscos. El teatro del siglo xvi En la primera mitad del siglo xvi, conviven el teatro cortesano y el primer teatro renacentista, en el que sobresale Gil Vicente. Durante la segunda mitad del siglo, aparecen los corrales y las compañías de actores profe sionales, que representan obras religiosas, y clasicistas, y también comedias, en las que destaca Lope de Rueda. Además, continúan las representaciones de autos sacramentales, teatro religioso que proviene de la Edad Media A partir del reinado de los Reyes Católicos, en los salones palaciegos se representaba un teatro cortesano que combinaba escenas dialogadas con danzas y música. En las piezas de este tipo pesa más el diálogo, tan en boga en el Renacimiento, que la acción dramática. El teatro en la primera mitad del siglo xvi A finales del siglo xv y comienzos del xvi surge una generación de dramaturgos que inician el teatro renacentista, entre los que destacan Juan del Encina, Torres Naharro y Gil Vicente. Juan del Encina, como vimos, representa la transición de la Edad Media al Renacimiento. Co- menzó escribiendo un teatro religioso y evolucionó hacia un teatro profano en el que incluíatemas mitológicos. Tiene interés para la evolución teatral posterior porque en alguna de sus obras aparece el bobo, el tipico personaje rústico que es un antecedente del personaje del gra- cioso, tan característico del teatro barroco. entista prole iene atro po Bartolomé de Torres Naharro incorpora una gran variedad de motivos y personajes nuevos en comedias que tratan sobre el tema del honor. Escribe dos tipos de obras las comedias a noticia, reahstas y con un lenguaje sencillo, y las comedias a fantasía, en las que aparecen temas más imaginativos, aunque dentro de la verosimilitud. Gil Vicente fue un autor muy variado, ya que escribió farsas, dramas alegóricos, etc. Pero lo más nuevo y determinante para el teatro posterior fue la introducción en sus obras de numerosos elementos líricos, como romances, villancicos..... El teatro en la segunda mitad del siglo xvi A mediados del siglo xvt, se instalaron algunos teatros en patios interiores que estaban rodeados de casas: los corrales. En los corrales, la escena y el público popular se situaban en el patio, mientras que las autoridades y clases altas lo hacían en las galerías superiores, antecesoras de los palcos que posteriormente se construirían en teatros y cines. Al principio, la gestión de los cor- rales se concedió a los hospitales, pues los beneficios de las representaciones teatrales se dedi- caban a su mantenimiento. La aparición de un teatro estable supuso cambios notables, como el nacimiento de compañías teatrales profesionales y la regularidad en las representaciones. Fueron importantes los corrales de Sevilla, Madrid y, sobre todo, Valencia. En ellos se represen- taban obras religiosas en determinadas festividades (por ejemplo, los autos sacramentales que se escenificaban en torno a la fiesta del Corpus) y también se hacía teatro profano. Dentro del teatro profano, se distingue la corriente más clasicista que, por ejemplo, siguió Cervantes en tragedias como La Numancia- y las obras que proceden de la comedia nueva italiana, que seguía el esquema del teatro clásico (cinco actos y unidad de tiempo, lugar y acción) y que, con algunas variaciones importantes, se adaptó como el nuevo teatro renacentista. Lope de Rueda, actor y autor teatral, puede considerarse el creador de la comedia renacen- tista y, sobre todo, de un tipo de teatro popular los pasos. Toma como punto de partida la comedia nueva italiana, pero la transforma, ya que elimina los elementos más clasicistas y cultos (los cinco actos, las tres unidades, los discursos retóricos...) y añade escenas cómicas o pasos. La comicidad de Lope de Rueda, que le procuró un gran éxito en su tiempo, se basa en un lenguaje realista, lleno de incorrecciones y vulgarismos, y en la creación de tipos popula- res graciosos, personajes esquemáticos que se repiten en distintas obras, como el bobo, el morisco, el soldado fanfarrón, el vizcaíno, la negra... En conjunto es un teatro popular, costumbrista, que persigue la comicidad y la sobreactuación -recordemos que el autor tam- bién era un excelente actor. El paso fue el antecedente del entremés, pieza dramática muy breve que se representaba en los entreactos o al final de otras representaciones. Entre los pasos de Lope de Rueda, destacan: Las aceitunas, versión del conocido cuento tradicional La lechera; Cornudo y contento, y La tierra de Jauja. El teatro de Lope de Rueda será fundamental para el desarrollo del teatro posterior, como el de Lope de Vega. Junto al teatro de los corrales y al teatro cortesano, perviven los autos sacramentales, que con- tinúan escenificando al aire libre, delante de las iglesias, piezas breves de temática religiosa.
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