(Draft) + Son muchos los enemigos de la Estética. Lo es el artista, temeroso de verla legislar ininteligentemente sobre su propia actividad creadora. Lo es el amante de las obras de arte, poco dispuesto a admitir indicaciones .acerca de qué debe él considerar hermoso y a mirar desvanecerse su goce inmediato bajo .la agria luz de. un análisis disolvente. Lo es el historiador del arte, que rehúye toda pedantesca disertación sobre lo que se ha de aprobar o rechazar a lo largo de la sucesión de los estilos, y quiere ver asegurada la razón - razón viva - de lo histórico. frente a todas las teorías estéticas. Pero el ataque más profundo, el que llega .a las raíces mismas de la ciencia estética, es el favorecido por el irracionalismo filosófico, hoy más poderoso que nunca. Para el irracionalismo, toda ciencia es mera forma artística, amoldada al árbol floreciente de la vida. Se podrá a lo sumo - afirma el Irracionalismo - reconocer a la ciencia títulos suficientes. para acercarse a las formas muertas del mundo inorgánico; pero. su intromisión en el dominio de las vivencias profundas, de lo estético o de lo religioso, significa una verdadera violación de límites. Pasaron ya los tiempos en que Baumgarten, en el racionalista siglo xviii, creía necesario justificarse por el hecho de atender - él, todo un filósofo-a un asunto de tan escaso valor como es la belleza. Para el irracionalismo lo supremo e inaccesible no es la ciencia, sino la Vida. El irracionalismo ha sub vertido los valores del pasado. El hombre de ciencia no ha de penetrar en el santuario de lo estético; no ha de pisar la zona prohibida de las profundidades vitales, que ascienden a la superficie en lo estético. Indudablemente el irracionalismo toca importantísimos problemas filosóficos. No es éste el momento de dilucidarlos. Podemos, desde el punto de vista metafísico, estimar o desestimar cuanto queramos la ciencia esté tica. Pero es indiscutible que hay que re conocerle a la 'ciencia el derecho de explorar razonada y sistemáticamente el dominio de la valoración estética, como explora todas 'las demás zonas de la realidad. Proceda de igual modo aquí, en la medida de sus fuerzas. quien vea destruido su goce estético por obra de la ciencia, manténgase lejos de ella; ,Y haga lo propio aquél cuya creación artística o cuyo conocimiento histórico son dañados por Ia ciencia. Las deformidades y extravíos "le la Estética no pertenecen, en rigor", a la Estética misma; son obra de guerrilleros Incapaces. La Estética aspira a ser, ante todo; una provincia de la investigación científica: nada más. La Estética sería invulnerable a todos los enemigos exteriores, si no llevara en la propia entraña su mayor enemigo: su incapacidad metodológica. Si es cierto que para transformar un conjunto de conocimientos en un sistema de conocimientos, en una verdadera ciencia, es condición primerísima el empleo seguro de un determinado método generál, entonces la Estética no es hoy ciencia, ni lo fué nunca. Ampliase continuamente el círculo de los hechos aislados y de los complejos de hechos que se logran iluminar. De todas partes afluyen a la Estética nuevos conocimientos. Pero falta el principio unificador capas de someter estos conocimientos tumultuosos de acuerdo con un criterio universalmente válido: falta un punto de vista que reduzca lo múltiple la unidad. No hay viento filosófíco, cultural, científico, que no sacuda a la Estética como a una veleta. Alternativamente es tratada como ciencia metafísica y como ciencia empírica; ya como normativa, ya como descriptiva. Para unos, sólo tiene derecho de cultivarla el artista; para otros, el espectador, el aficionado al arte. Hoy el arte parece ser el centro del mundo estético, y la belleza natural una simple etapa prepa... ratería: mañana se descubre en la belleza artística una belleza natural de segunda ma... no. Verdad es que no todas' las direcciones metodológicas que ofrece la historia de la Estética tienen hoy representantes: pero ignoramos si el curso filosófico de nuestros propios tiempos no está por llevar de nuevo a la luz ciertos métodos abandonados desde hace mucho tiempo, y por relegar al olvido 'orientaciones hoy dominantes. La raíz de la inseguridad metodológica de la Estética está en la inseguridad de su punto de partida. Las verdaderas ciencias de hechos, como la Física, la Historia, la Geometría, parten de un círculo de hechos segura y claramente delimitado: de procesos físícos, de acontecimientos históricos, de Ios mas espaciales. Pero la Estética, ciencia axiológica, ciencia que aspira a fijar las leyes del valor estético, se muestra incapaz de afirmar en términos precisos cuáles son los objetos cuyas leyes pretende inquirir. En efecto: imposible hallar objetos esté ticos cuyo valor haya sido siempre respeta do por la controversia. Las cantatas de Bach y los lienzos de Rafael, las estatuas de Policleto y los dramas de Shakespeare: no hay obra maestra que no haya sido rechazada por alguna. época o por alguna escuela 'estética. Para sentar firmemente el valor de esas obras contra todas las negaciones, es menester un conocimiento de la belleza que sólo puede adquirirse mediante el contacto, precisamente, ,de esas obras. Lo que hay de trágico en toda auténtica ciencia de valores es que sus análisis corren el riesgo de girar en :círculo, de erigirse sobre una base que sólo la ciencia misma hade fundamentar. Los cánones aplicables al juicio estético y la experiencia estética varían con las culturas, con las épocas, con los pueblos, con los hombres, y no hay dónde hallar un criterio que decida cuál de esos cánones, tan variables todos, deba preferirse a los demás. Podría caracterizarse la historia de la ciencia estética como historia de los ensayos. tendientes a superar el dilema de la relatividad del juicio y de la experiencia, por una parte, y la objetividad de la ciencia, por otra; vale decir, la historia de los esfuerzos realizados por reducir ese inestable material de experiencias y juicios relativos, a la rígida mole de un sistema estético ,objetivo. Continuamente han surgido puntos de mira nuevos; se ha encarado el problema del valor estético en direcciones sin cesar renovadas. y aun cuando hasta hoy no se haya logrado llegar a una solución capaz de neutralizar el abigarramiento de luces en que brilla, tornasolado, el problema, cada uno de esos intentos ha revelado un nuevo grupo de hechos y enseñado a considerar desde un nuevo ángulo el material existente. Esa labor estética de dos milenios no ha sido, de ningún modo, despreciable. Dos rutas ha seguido la investigación en sus esfuerzos, por contrarrestar esa reletividad empírica de lo estético. ofrecíasele, por ejemplo, la posibilidad de dejarla a un, lado, desde el comienzo, y ponerse derecha..... mente en camino hacia la Estética absoluta La cual, por su parte, no debía atribuir excesiva importancia a esa relatividad empírica del .juicio, ni sentirse amenazada por ella, corno no se siente- amenazada la Física por análoga disparidad de juicios en su propio terreno. Los griegos creían que el sol giraba alrededor de la tierra: nosotros estamos persuadídos de lo contrario. Esta diversidad: de pareceres deja intacta la existencia de una verdad ¡física absoluta. El alcance de la oposición de opiniones queda circunscrito dentro, de lo psicológico. ¿Por qué no había de ocurrir 10 mismo con el conocimiento estétíco? La relatividad del juicio estético tampoco sería más que un accidente, psicológicamente explicable, y susceptible de ser superado. mediante la fijación de una norma estética. Bastaría coa dejar establecido, -de una vez por todas, qué propiedades debe poseer un objeto para ser estéticamente valioso no contentarse con ir enumerando lo que constituye el valor estético a juicio de este o aquel autor. Entonces la experiencia estética subjetiva y variable se esforzaría en vano por embestir contra aquel conocimiento estético objetivo. De ahí que la tarea inícial de la investigación estética debía consistir en determinar cuál es el fundamento de la esencia del valor estético. Una vez hecho esto, seria posible examinar los títulos de cada juicio estético y de cada experiencia estética. La Estética sería, pues, centralmente, una filosofía del' valor estético. EI otro camino. por el que marchó que estorban la constitución de la ciencia es tética proceden de esa antítesis entre métodos axiológicos (estimativos) y métodos descriptivos. Vacilaciones que hasta hoy no se· han logrado extirpar. El método axíológico normatívo debe afrontar una ardua tarea. Se propone alcanzar normas seguras acerca del valor estético. .Mas tales normas no se hallan impresas en el espíritu humano con la palpable evidencia de los axiomas matemáticos. De ahí que para entrar -en su posesión se requieren caminos indirectos. Se hará derivar entonces lo bello -de una esfera .extra-estética del ser o del vaIor, esfera asentada ya "con solidez (supuesta o efectiva): la Estética se fundamentará heteronomicemente. Objetiva e históricamente, a la metafísica. cabeza de estas estéticas heterónomas se halla la estética Si se hace entrar el valor .estético -en la arquitectura de un sistema fílosófíco y se admite -la belleza como elemento en el edificio de la realidad última, se le' asegura por lo mismo una significación objetiva. Por derivación metafísica se puede .entonces determinar lo que es bello y lo que no lo es, Y todas las vacilaciones de la relatividad empírica -quedan superadas por lo absoluto de la Metafísica. La estética sistemática tomó ese camino, ya desde sus comienzos, con la doctrina platónica de las ideas. El principio supremo de la belleza no se encuentra, según Platón, en este mundo. Las Ideas mismas - que habitan un reino supraterreno, más allá de todo lo empírico - son los modelos de toda belleza, como lo son de la verdad y del bien. Toda hermosura terrenal es sólo un reflejo de la belleza supraterrena de las Ideas: y en la medida en que las cosas concretas participan de las Ideas, son hermosas. No cabe hallar anclaje más profundo para la belleza. El soporte del valor estético es el fundamento mismo del mundo; la belleza ha sido investida de soberana dignidad metafísica. Pero esta suprema dignidad sólo corresponde a la belleza 'natural: sólo ella es capaz de reflejar directamente las Ideas, El arte es, para Platón, una mera imitación de la naturaleza, vale decir, una simple copia de copias, de las Ideas. La estatua de un hombre, por ejemplo, no es más que una imagen irreal, una imagen en apariencia, de lo que la naturaleza ofrece en realidad. La estética metafísica de épocas posteriores se apropió a menudo la teoría de las Ideas, pero no siguió a Platón en su desestima del arte, Ya para el antiguo neoplatonismo de Plotino el arte representa inmediatamente las ideas, sin necesidad de acudir al rodeo de la naturaleza. El arte, por ser creación libre, se halla en condiciones de reflejar las ideas con más perfección que la naturaleza misma. Con estos conceptos, Plotino abraza toda la estética idealista del siglo XIX, - siglo que halló las más varia... das fórmulas para expresar .la relación de la belleza artística con la esencia ontológica del mundo, de acuerdo con el sistema metafísico dentro del cual edificaba su estética. Schelling veía en la belleza artística la re... presentación de lo in finto en lo finito; Solger, la manifestación inmediata de la esencia de Dios;' .Hegel, Federico Teodoro Vischer y E. Hartmann, el resplandor de las ideas en lo sensible; Schopenhauer encontraba, en las vivencias estéticas de la pintura, de la plástica y de la poesía, una intuición del mundo de las ideas emancipada del querer, de la voluntad empírica, y en la música una imagen de la cosa en sí, de la Voluntad. Pero como también la estética del. siglo XIX afirma su solidaridad con la Metafísica, es el contenido de las apariencias sensibles - contenido que depende del fundamento metafísico del mundo - lo que les imprime el sello de la belleza. Estética Todo espíritu artísticamente racionalista. dotado siente en la experiencia estética la vecindad de los más íntimos fundamentos del mundo. Pero el racionalista estricto no puede ver en ella más que una etapa, como tantas otras, en la escala jerárquica de las formas del conocimiento humano. Para el racionalismo, el conocimiento racional es la suprema actividad. humana. Quien parta de semejante postula do debe considerar también la intuición. el contacto afectivo con el objeto - característico de la vivencia estética - como una claudícacíón de aquella forma soberana de actívidad espiritual. No faltan autores que, dentro de la estética metafísica, hayan elevado a principio ontológico esta valoración racionalista de lo estético. En el siglo XV3, Baumgarten, el padre de la ciencia estética, distinguió, de acuerdo con el sistema de Leibniz y el de Wolff, dos especies de conocimiento: uno superior, el conocimiento racional; otro inferior, el sensorial e intuitivo. Cada uno de estos conocimientos posee una perfección característica: La perfección del conocimiento' superior, racional, es la verdad; la del cono cimiento .inferior, sensible, es la belleza. Cuanto más alto es el lugar que un ser ocupa en la serie de las mónadas las sustancias metafísicas -, tanto más racional y distinto es su conocimiento. De Dios, la más alta de las mónadas, sólo puede haber representaciones claras, racionales: por consiguiente, lo ·bello está desterrado de su reino. La esencia de 10 bello es imperfecta. (¿Será efectivamente una misma zona de la realidad . la que Solger, extático, ensalza como suprema manifestación de lo divino, y la que Baumgarten y sus discípulos, en la atmósfera pequeño burguesa del siglo XVIII, tratan de definir sistemáticamente La fuerza de toda estética metafísica reside en la seguridad que confiere a las normas estéticas. No deja subsistir dudas. No se espanta por ninguna relatividad. Mas el precio de esa seguridad es el tener que unir su propio destino al de la Metafísica. En el fondo, la inseguridad de la norma estética no queda de ese modo extirpada, sino sólo cubierta con un velo, pues que se la oculta bajo la inseguridad del sistema metafísico. Si se niega ~l sistema, la estética se viene abajo con él. Así se explica que la ciencia de los que se mantienen escépticos frente a la Metafísica mire con poca simpatía la derivación .metafísica de la Estética: preferirían verla apoyada en sus propios pies. Pero los escépticos no presentan ninguna prueba contra la deducción metafísica. Y cada metafísico nuevo intentará a su vez esa deducción, pues para él su sistema' es el definitivo y su estética se halla por tanto, libre de toda inseguridad. Si bien es cierto que el método metafísico no es susceptible de refutación radical, se puede afirmar, no obstante, que resulta estéril cuando no se asocia a una estética empírica. ¿Cómo habría de saber la estética metafísíca que lo que ella, basada en deducciones, señala como hermoso, concuerda con lo que empíricamente suele gozarse como hermoso? La belleza metafísicamente deducida queda flotando en el aire cuando no coindice con la belleza. empírica, cuando no recibe la menor sanción de parte de lo em pírico. Hasta podría suceder que este rodeo metafísico no fuera imprescindible. Acaso se dé la posibilidad de explicar la esencia de lo bello sin recurrir a la Metafísica, mediante un conocimiento inmediato. Y así es cómo, en efecto, la mayoría de los sistemas en que se ha traducido la estética normativa intentan alcanzar conceptos normativos válidos sin el auxilio del razonamiento metafísico.
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