Tema 9. La China Comunista

Introducción: China

A diferencia de muchas otras naciones que, durante la Guerra Fría, se alinearon con alguno de los bloques dominantes (Primer Mundo capitalista, Segundo Mundo comunista, o Tercer Mundo de países no alineados), China mantuvo una posición independiente, con una identidad y proyecto propios. Esta nación, con un vasto territorio y una rica historia, se autodefinía como el centro del mundo, una visión profundamente arraigada en su cultura milenaria. Aunque en ocasiones participó en conferencias de los Países No Alineados, China nunca se consideró completamente parte de ese movimiento, y sus objetivos, sus conflictos y sus alianzas variaron con el tiempo, desarrollándose de manera distinta a la de otras potencias socialistas como la Unión Soviética. Su régimen comunista, basado en los principios del marxismo-leninismo, se consolidó luego de su ruptura temprana con la URSS, marcando un camino propio en su intento de transformación social y económica.

En octubre de 1911, se produjo una revuelta en la ciudad china de Wuchang, lo cual desencadenó la secesión de casi todas las provincias que se declararon independientes del poder imperial de la dinastía Qing. Meses después, los manifestantes llegaron a Nankín y, el 1º de enero de 1912, fundaron la República China.

Sun Yat-Sen y la fundación de la República China

Sun Yat-sen es considerado el "Padre de la Nación" en China y una figura central en la fundación de la República. Fue el líder del Kuomintang (Partido Nacionalista chino) y el primero en proclamar la República de China en 1912, tras el derrocamiento de la última dinastía imperial, la Dinastía Qing. A través del Kuomintang, Sun intentó construir una nación moderna, capaz de amalgamar las tradiciones históricas chinas con los avances de la civilización occidental, como la tecnología, las ideas democráticas y las estructuras de Estado modernas. Su liderazgo, sin embargo, enfrentó múltiples desafíos internos y externos, y su muerte en 1925 dejó un vacío político que llevó a posteriores conflictos entre las facciones nacionalistas y comunistas.

Chiang Kai-Shek y la lucha por la unificación

Tras la muerte de Sun Yat-sen, Chiang Kai-shek asumió el liderazgo del Kuomintang en 1927 y trató de unificar el país bajo una misma dirección política. Su gobierno enfrentó dos amenazas mayores: la expansión del poder del Partido Comunista de China (PCCh) y la invasión japonesa. En 1937, Japón inició una guerra con China, ocupando vastas áreas del territorio chino, incluidas las zonas costeras estratégicas (Pekín, Shangai…). Chiang, entonces, se vio forzado a retirarse a Chunking y a sus fuerzas al interior del país, buscando proteger a su gobierno y ejército. Esta invasión, aunque devastadora, también mostró la fortaleza de China como un territorio vasto y difícil de conquistar en su totalidad.

A pesar de la ocupación japonesa, China, bajo el liderazgo de Chiang Kai-shek, fue reconocida como uno de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial y, por tanto, como uno de los vencedores al término del conflicto. Sin embargo, las hostilidades internas no tardaron en resurgir después de la derrota de Japón.

La Guerra Civil: comunistas vs nacionalistas

Terminada la Segunda Guerra Mundial, la disputa por el control de China entre los comunistas, liderados por Mao Zedong, y los nacionalistas, encabezados por Chiang Kai-shek, desembocó en una guerra civil a gran escala. Esta guerra dividió el país, con una lucha ideológica y militar que definió el destino de China. En esta contienda, los nacionalistas recibieron el apoyo de los Estados Unidos, mientras que Mao contó con ayuda soviética en forma de armamento. Mao Zedong logró ganarse el apoyo de amplios sectores populares, especialmente de los campesinos, gracias a sus políticas de redistribución de tierras y su retórica revolucionaria. Esto le permitió consolidar su influencia en zonas rurales y expandir su control militar.

Para 1948, las fuerzas comunistas habían conseguido ocupar la mayor parte del territorio chino. La habilidad de Mao para movilizar al pueblo y organizar el Ejército Popular de Liberación resultó decisiva para que los comunistas finalmente lograran la victoria. Chiang Kai-shek, derrotado, se vio obligado a refugiarse en la isla de Formosa, hoy conocida como Taiwán, donde estableció un gobierno en el exilio, que durante décadas fue reconocido por muchas naciones como el legítimo representante de China.

Con la victoria de Mao Zedong y la proclamación de la República Popular China en 1949, el país inició un nuevo capítulo de su historia bajo un régimen comunista que buscaba implementar un modelo propio de desarrollo socialista.

Proclamación de la República Popular China

En 1949, Mao Zedong proclamó en Pekín la República Popular China, estableciendo un nuevo régimen comunista que buscaba transformar radicalmente la estructura social y económica del país. Mao visualizó esta nueva China como un sistema de comunas, cada una compuesta por aproximadamente 5,000 familias. Su objetivo era erradicar la propiedad privada y reorganizar la vida en común, por lo que expropió las tierras a los grandes terratenientes y eliminó la propiedad individual. La creación de estas comunas representó una apuesta por un socialismo integral y autosuficiente, en el cual la colectividad prevalecería sobre el individuo.

La industria pesada y el reto maoísta

El enfoque maoísta sobre la industria pesada demostró ser difícil de implementar debido a la falta de infraestructura y experiencia. Aunque coexistía un sector secundario dentro del sistema de comunas, las limitaciones técnicas eran evidentes, especialmente en la producción de metales. Las herrerías comunales no lograban obtener hierro puro ni acero de alta calidad, elementos necesarios para la modernización y la fabricación de productos. Además, China sufrió años de intensa sequía, lo que afectó gravemente la producción agrícola, desencadenando una crisis de alimentos que resultó en la muerte de millones de personas debido al hambre.

El movimiento de las Cien Flores

En 1956, Mao, junto con su primer ministro Chou En-lai, lanzó el movimiento de las Cien Flores, una iniciativa orientada hacia el pluralismo dentro del sistema socialista. El propósito era permitir que los ciudadanos expresaran sus ideas y propuestas de reforma. En 1957, el gobierno recibió cerca de un millón de cartas, principalmente de intelectuales que expresaban críticas y sugerencias. Sin embargo, el régimen no toleró bien la disidencia y muchos de los críticos fueron acusados de desviacionismo o de ser enemigos del pueblo. Alrededor de 200,000 personas fueron depuradas, castigadas o encarceladas, demostrando que la apertura era limitada y las críticas serían castigadas.

El Gran Salto Adelante

En 1958, Mao lanzó el Gran Salto Adelante, una política orientada a transformar China en una potencia económica en un plazo de cinco años. El objetivo era igualar la producción industrial de países como el Reino Unido, pero la implementación fue caótica. La ruptura entre Mao y el líder soviético Nikita Kruschev en 1958 agravó las dificultades, ya que China perdió el respaldo soviético. La producción industrial se mantuvo en un nivel rudimentario y las políticas agrícolas impuestas llevaron a errores desastrosos, como mezclar el arroz y el tomate, o la matanza de pájaros, que llevó a una sobrepoblación de insectos, los cuales llevaron enfermedades y plagas. La colectivización masiva, lejos de aumentar la producción, provocó su disminución, y millones de chinos murieron a consecuencia de la hambruna. Aunque Mao intentó aprender de estos errores, el daño estaba hecho.

El Libro Rojo: el símbolo de la Revolución

Uno de los símbolos más notorios de la Revolución Cultural fue la aparición del "Libro Rojo" en 1964, una pequeña publicación que contenía citas y frases célebres de Mao. Este libro se convirtió en un objeto de culto para millones de jóvenes, quienes se fotografiaban sosteniéndolo en alto como muestra de su lealtad al líder. Su popularidad fue tal que, en tan solo un año, se imprimieron noventa millones de ejemplares. Tener y leer el "Libro Rojo" era visto casi como una obligación, y su distribución masiva consolidó aún más la sacralización de Mao, llegando incluso a vestir a la población igual que él (sombrero MAO o cuello MAO)

La revolución cultural

En 1966, Mao proclamó un nuevo movimiento radical: la Revolución Cultural. Este proyecto buscaba revitalizar el Partido Comunista y eliminar cualquier rastro de pensamiento conservador o reaccionario. La juventud fue el motor de esta revolución, y muchos jóvenes participaron en grandes manifestaciones inspiradas por las palabras de Mao, algunas famosas como la manifestación en la Plaza de Tiananmén. La Revolución Cultural exaltaba el marxismo-leninismo y el patriotismo, con un fuerte culto a la figura de Mao, quien vivió el momento de mayor deificación de su vida, transformándose en un líder casi sagrado.

Destrucción de la cultura antigua

Paralelamente, la Revolución Cultural incluyó una campaña intensa contra todo lo antiguo. Esta no solo se dirigió contra los valores conservadores, sino contra toda la tradición histórica de China, desde el confucianismo y las religiones hasta la filosofía y las costumbres. Se prohibieron libros antiguos y se persiguió a aquellos que defendían el pasado. La Revolución Cultural significó, en gran medida, la destrucción de una civilización milenaria, liquidando una vasta herencia cultural. En este proceso, la China antigua fue suprimida en favor de una identidad revolucionaria impuesta por el nuevo régimen.

Errores y aciertos de Mao Tse-Tung

La obra de Mao Tse-tung en China fue un complejo entramado de aciertos y errores que, sin embargo, dejaron una huella imborrable en el país. Durante su gobierno, China experimentó un crecimiento demográfico considerable, pasando de 450 a 750 millones de habitantes, y se mantuvo una paz interna y una unidad inquebrantable, aunque bajo un régimen dictatorial. La desaparición de las hambrunas, que habían sido una constante histórica en el país, fue uno de los logros más significativos de su liderazgo, así como la consolidación de un Estado cohesionado. Los últimos años de Mao transcurrieron de manera relativamente tranquila, y su muerte en 1976 dejó un vacío difícil de llenar. Su figura estaba tan arraigada en la identidad nacional que resultaba difícil concebir un "maoísmo" sin Mao.

La propia viuda de Mao, 江青(Jiang Qing), trató de continuar con el maoísmo pero no lo logró debido a que no poseía el mismo carisma que Mao Zedong.

Deng Xiaoping: el pragmatismo al poder (1978-1997)

En 1978, dos años después de la muerte de Mao, el liderazgo de China pasó a manos de Deng Xiaoping, un líder pragmático y moderado cuya filosofía se basaba en la premisa de que "la demostración de la verdad es el progreso". Deng rápidamente dio un giro completo al enfoque maoísta, dejando atrás el dogmatismo y otorgando a los ciudadanos mayor libertad económica y la posibilidad de emprender iniciativas privadas. Bajo su liderazgo, China experimentó una rápida industrialización y se abrió al comercio internacional, impulsando un crecimiento económico sin precedentes.

A pesar de esta apertura económica, el régimen chino no experimentó una transformación política a la par. El sistema se mantuvo rígido y autoritario, aunque mencionaba cada vez menos los principios marxistas-leninistas. En la práctica, China empezó a avanzar hacia un sistema híbrido, donde una economía de mercado pujante coexistía con una estructura de gobierno férrea y de partido único.

En 1982 se aprobó una Constitución, la cual dio paso a la modernidad en China.

Las propestas estudiantiles en la plaza de Tiananmen

El 1989 marcó un momento crucial en la historia de la China moderna. Ese año, miles de jóvenes estudiantes salieron a las calles y se congregaron en la plaza de Tiananmen, en Pekín, exigiendo reformas políticas y mayor apertura democrática. Estas manifestaciones fueron recibidas con una dura represión por parte del gobierno, que empleó tanques y fuerza militar contra los manifestantes, causando miles de muertos y heridos. Este hecho conmocionó al mundo y generó una fuerte condena internacional, especialmente por parte de los Estados Unidos y otras naciones democráticas, que criticaron a Deng Xiaoping por la violenta respuesta.

China en el siglo XXI: una transformación extraordinaria

A pesar de los conflictos y controversias, China continuó su proceso de transformación socioeconómica de manera vertiginosa. Para el año 2000, el país ya había experimentado una de las transformaciones más espectaculares de los últimos tiempos, consolidándose como una potencia industrial y tecnológica en contacto con el mundo. La combinación de crecimiento económico y estabilidad política sin duda convirtió a China en un fenómeno global, aunque también dejó abierta la pregunta de si el país puede definirse como comunista en sentido estricto.

Con un sistema político que se mantiene autoritario y una economía que se asemeja cada vez más a un modelo capitalista de Estado, China continúa siendo un enigma para el mundo, desafiando las clasificaciones convencionales de los sistemas político-económicos.

Conclusión: de Mao a la era de Xi Jinping

China ha recorrido un intenso camino de transformación, desde la unificación socialista de Mao Tse-tung y las reformas de libre mercado de Deng Xiaoping hasta el liderazgo actual de Xi Jinping. Xi ha reforzado el control del Partido Comunista, combinando una economía de mercado con un rígido control estatal y una mayor autodependencia tecnológica. Bajo su mando, China se ha consolidado como una superpotencia económica y geopolítica que desafía el modelo occidental, afirmándose con un modelo propio que mezcla economía de mercado y firme control político.

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