El selenio es fundamental en la función tiroidea y la tiroides es el órgano con mayor concentración de este elemento por gramo de tejido.
El selenio es transportado dentro del tirocito por un sistema que dependería del sodio.
El eflujo de yodo hacia el coloide depende de canales como pendrina y anoctamina.
Las enzimas dependientes del selenio (selenoproteínas) son fundamentales para la función tiroidea.
Participan en la activación y degradación de las hormonas tiroideas (desiodinasas 1-3).
Ayudan a mantener el estado redox del tirocito y a eliminar peróxido de hidrógeno y otros radicales libres de oxígeno (ROS) formados en la peroxidación de yodo.
Tienen un efecto antiinflamatorio local al expresar genes antiinflamatorios.
El yodo requiere ser oxidado por las peroxidasas en la interface célula-coloide, requiriendo peróxido de hidrógeno formado en el sistema oxidativo de la célula tiroidea.
El yodo oxidado se organifica con residuos tirosil de la tiroglobulina, formando monoyodo-tirosina (MIT) o diyodo-tirosina (DIT), que mediante una reacción de acoplamiento forman tiroxinas T4 y T3.
Las peptidasas separan las hormonas tiroideas para que sean transportadas, al menos en parte, por MCT-8 y se liberen a la circulación sanguínea.