Dominio del Partido Popular Democrático.
Inició el bipartidismo.
Rosario Ferré y Olga Nolla fundaron la revista Zona de Carga y Descarga, en la que se dieron a conocer los escritores más populares de la época.
1972 - Primer número de la revista.
Universidad y complejidad - Los autores no se limitaron al género poético. Trabajaron por igual la narrativa, la poesía y el ensayo.
Se crearon obras que muestran relación simbólica entre ellas.
Intertextualidad + La fusión del periodismo y la literatura.
Literatura universalista - Se implicó la apertura a un mundo diverso de múltiples temáticas.
Atención a grupos marginados (mujeres, negros, homosexuales, ancianos y pobres).
A diferencia del sinfin de las voces masculinas de otras generaciones, esta generación tuvo voces importantes femeninas que aportaron en la perspectiva feminista.
^ Trataron temas considerados “tabú”.
Poesía de los setenta - Los poetas no dejaron de abogar por un mundo de justicia e inclusión.
Informalidad y naturalidad del diálogo o de la prosa.
Interés en la historia, como esta influye en el presente.
Visión cosmopolita que rechazaba el discurso nacionalista y panfletario, buscando la inclusión de otros países.
“El conocimiento como materia de escritura” - El conocimiento conecta al poeta con el mundo y lo ayuda a representar su complejidad. Se trata del conocimiento con la historia a raíz de todo; que las personas sepan el pasado para poder interpretar el presente.
Algunos que cultivaron todos los géneros: Rosario Ferré, Olga Nolla, Manuel Ramos Otero, José Luis Vega.
La fusión más productiva se da entre la historia y la ficción, pues esta última se enriquece con el influjo de la historia.
Este llamado a la diversidad no se limitó a los temas que se exploraban en las obras literarias; sino que, estuvo representando en la composición del colectivo de autores.
El lenguaje coloquial y la jerga de las calles se adentraron en la poesía, dotándola ocasionalmente de la informalidad y naturalidad del diálogo y la prosa.
La visión cosmopolita rechazaba el discurso nacionalista.
La literatura puertorriqueña de los setenta se destacó por la ruptura con el canon de las décadas anteriores.
Los escritores cuestionan el discurso nacionalista.
Se renueva la importancia del ensayo.
El país de cuatro pisos - El texto que concretizó el rechazo hacia el canon patriarcal y españolista en el que se fundamentaba la literatura puertorriqueña fue. (José Luis González, 1979) Fue muy polémico por la exclusión de los taínos. Según el ensayo, Puerto Rico está conformado así:
Primer piso: la llegada de los esclavos africanos.
Segundo piso: La llegada de los inmigrantes blancos.
Tercer piso: La invasión estadounidense.
Cuarto piso: El advenimiento del ELA.
José Luis González: Argumentó que el discurso tradicional puertorriqueñista era elitista y racista, puesto que sólo le daba importancia a la tradición hispánica e ignoraba la influencia de otras culturas.
Otros ensayistas: Juan Flores y Arcadio Díaz Quiñones.
Edgardo Rodríguez Juliá - Cronista más destacado de su generación.
El teatro se caracterizó por un nuevo realismo influido por el teatro popular de Bertolt Brecht.
Luis Rafael Sánchez - La guaracha del Macho Camacho y La pasión según Antígona Pérez
Otros dramaturgos: Roberto Ramos Perea, Teresa Marichal y José Luis Ramos Escobar
Cuando las mujeres quieren a los hombres - Rosario Ferré:
Dos mujeres: Isabel Luberza e Isabel la Negra
Isabel Luberza, la narradora, es una mujer de clase alta casada con Ambrosio.
Isabel la Negra era la amante de Ambrosio. Fue inspirada en Isabel la negra, una dueña de uno de los prostíbulos más exitosos del caribe (en Ponce).
Llegó a convertirse en una mujer adinerada de prestigio social.
Los primeros años de nuestro matrimonio, cuando me dí cuenta de la relación que existía entre ella y tú, me sentí la más infeliz de las mujeres. De tanto llorar parecía que me hubiesen inyectado coramina en el interior de los párpados, que me temblaban como peces rojos sobre las bolas de los ojos. Cuando entrabas en mi casa y venías de la de ella yo lo sabía inmediatamente. Lo conocía en tu manera de colocarme la mano sobre la nuca, en tu manera lerda de pasarme los ojos por el cuerpo como dos moscas satisfechas. Era entonces que más cuidado tenía que tener con mis refajos de raso y mi ropa interior de encaje francés. Era como si el recuerdo de ella se te montara en la espalda, acosándote con brazos y piernas, golpeándote sin compasión. Yo entonces me tendía en la cama y me dejaba hacer. Pero siempre mantenía los ojos muy abiertos por encima de tus hombros que se doblaban una y otra vez en el esfuerzo para no perderla de vista, para que no se fuera a creer que me le estaba entregando ni por equivocación.
Su dolor y frustración al descubrir la relación entre su esposo y otra mujer.
La afectó tanto emocionalmente, como también físicamente.
La narradora se siente observada y acosada por la presencia de la amante.
Lleva consigo la conciencia de la traición.
Aceptación forzada de su situación y el deseo de no perder su dignidad, manteniéndose consciente de lo que ocurre a sus espaldas.
Decidí entonces ganarte por otros medios, por medio de esa sabiduría antiquísima que había heredado de mi madre y mi madre de su madre. Comencé a colocar diariamente la servilleta dentro del aro de plata junto a tu plato, a echarle gotas de limón al agua de tu copa, a asolear yo misma tu ropa sobre planchas ardientes de zinc. Colocaba sobre tu cama las sábanas todavía tibias de sol bebido, blancas y suaves bajo la palma de la mano como un muro de cal, esparciéndolas siempre al revés para luego doblarlas al derecho y desplegar así, para deleitarte cuando te acostabas, un derroche de rosas y mariposas matizadas, los hilos amorosos del rosa más tenue, de un rosa de azúcar refinada que te recordara la alcurnia de nuestros apellidos, fijándome bien para que los sarmientos de nuestras iniciales quedaran siempre justo debajo del vientre sensible de tu antebrazo, para que te despertaran, con su roce delicioso de gusanillo de seda, la fidelidad sagrada debida a nuestra unión. Pero todo fue inútil. Margaritas arrojadas a los cerdos. Perlas al estercolero.
Al no poder competir con la otra mujer directamente, decide reconquistar a su esposo con estrategias sutiles.
“La sabiduría antiquísima” heredada de su madre subraya un conocimiento que se transmiten las mujeres de otras generaciones.
Servilleta en el aro, el agua con limón y las sábanas al sol para crear un ambiente de perfección.
A pesar de sus esfuerzos para fortalecer la relación, la narradora finalmente se siente derrotada.
Frases como "margaritas arrojadas a los cerdos” y “perlas al estercolero” enfatizan la sensación de que sus esfuerzos han sido desperdiciados.
Se nota la frustración y el dolor de de invertir tanto en algo que no tiene retorno.
Fue así que, a trevés de los años, ella se fue convirtiendo en algo como un mal necesario, un tumor que llevamos en el seno y que vamos recubriendo de nuestra carne más blanda para que no nos moleste. Era cuando nos sentábamos a la mesa que a veces más cerca sentía su presencia. Los platos de porcelana emanaban desde el fondo una paz cremosa, y las gotas de sudor que cubrían las copas de agua helada, suspendidas en el calor como frágiles tetas de hielo, parecía que no se deslizarían nunca costado abajo, como si el frío que las sostenía adheridas al cristal, al igual que nuestra felicidad, fuese a permanecer allí, detenido para simpre. Me ponía entonces a pensar en ella empecinadamente. Deseaba edificar sus facciones en mi imaginación para sentada a mi lado en la mesa, como si de alguna manera ella hiciese posible aquella felicidad que nos unía.
La presencia de la amante se convierte en una parte dolorosa de su vida cotidiana.
La amante, que al principio le causaba celos, ha sido integrada en su vida inevitablemente, un “mal necesario”.
“Tumor que llevamos al seno” sugiere que la amante es una herida que la narradora ha tenido que aceptar para seguir adelante.
La mesa se convierte en el lugar donde la presencia de la amante se nota más.
Tensión y fragilidad en el matrimonio.
Se sugiere una obsesión por la amante de parte de la esposa.
Quiere comprender cómos su presencia podría ser parte de la dinámica de su relación.
Al tratar de imaginarla, la esposa busca que la amante sea una pieza más en la construcción de su felicidad tratando de darle un sentido a la situación conflictiva.
Me la imaginaba entonces hechizadoramente bella, tan absolutamente negra su piel como la mía era de blanca, el pelo trenzado en una sola trenza, gruesa y tiesa, cayéndole por un lado de la cabeza, cuando yo enredaba la mía, delgado y dúctil como una leontina alrededor de mi cuello. Me imaginaba sus dientes, grandes y fuertes, frotados diariamente con carne de guanábana para blanquearlos, ocultos detrás de sus labios gruesos, reacios a mostrarse si no era en un relámpago de auténtica alegría, y pensaba entonces en los míos, pequeños y transparentes como escamas de peces, asomando sus bordes sobre mis labios en una eterna sonrisa cortés. Me imaginaba sus ojos, blandos y brotados como hicacos, colocados dentro de esa clara amarillenta que rodea siempre los ojos de los negros, y pensaba en los míos, inquietos y duros como canicas de esmeralda, esclavizados día a día, yendo y viniendo, yendo y viniendo, midiendo el nivel de la harina y del azúcar en los tarros de la despensa, contando una y otra vez los cubiertos de plata dentro del cofre del comedor para estar segura de que no faltaba ninguno, calculando la cantidad exacta de comida para que no sobre nada, para poder acostarme tranquila esta noche pensando que he cumplido con mi deber, que te he protegido tu fortuna…
Pero todo lo echaste a perder, Ambrosio, lo derribaste todo de un solo golpe cuando le dejaste la mitad de tu herencia, el derecho a ser dueña, el día que se le antojara, de la mitad de esta casa.
La narradora describe a la amante de su esposo con una idealización casi mística, destacando el contraste entre su piel blanca y la negra de ella.
Se imagina cada detalle físico mientras compara esos rasgos con los suyos.
Su vida parece estar dominada por una rutina en la que calcula cada detalle para cumplir como esposa.
La traición final ocurre cuando el esposo le deja a la amante mitad de su herencia y el derecho de ser dueña de la casa.
Este golpe final refleja cómo, a pesar de su dedicación, la narradora pierde el control y su seguridad se ve destruida por la decisión de su esposo.
No fue hasta que escuché hace un momento el aldabón de la puerta que supe que aún no tenía perdida la partida. Abrí la puerta sabiendo que era ella, sabiendo desde antes lo que había de suceder, pero al verla sentí por un momento que las fuerzas me flaquearon. Era exactamente como yo me la había imaginado. Sentí deseos de besar sus párpados gruesos, semicaídos sobre las pupilas blandas y sin brillo, de hundirle tiernamente las bolas de los ojos para adentro con las yemas de los dedos. Se había soltado la trenza en una melena triunfante de humo que se le abullonaba encima de los hombros y me sorprendió ver lo poco que había envejecido. Sentí casi deseos de perdonarla, pensando en lo mucho que te había querido. Pero entonces empezó a tongoneárseme en la cara, balanceándose para atrás y para alante sobre sus tacones rojos, la mano sobre la cintura y el codo sobresalido para dejar al descubierto el hueco maloliente de su axila. El interior de aquel triángulo se me enterró de golpe en la frente y recordé todo lo que me había hecho sufrir. Más allá del ángulo de su brazo podía ver claramente la puerta todavía abierta de su cadillac, un pedazo azulmarino con botones dorados del uniforme del chófer que la mantenía abierta. Le pedí entonces que pasara.
La narradora se enfrenta a la amante, sabiendo lo que iba a suceder.
Se experimenta una mezcla de emociones contradictorias.
Al ver a la amante, siente una fascinación casi morbosa por sus rasgos. Especialmente por sus ojos y su pelo.
Siente deseos de perdonarla, reflexionando sobre cuánto había querido a su esposo.
La tentación de perdonarla se ve interrumpida con el comportamiento de la amante.
Su actitud arrogante y sus gestos provocativos despierta una repulsión profunda.
La narradora decide invitarla a entrar, una acción que parece un acto de resignación o aceptación frente a algo que no puede cambiar.
Yo sabía desde un principio a lo que había venido. Ya ella había logrado sustituirme en todas las actividades del pueblo que yo había presidido contigo, colgada de tu brazo como un jazmín retoñado adosado al muro. Ahora desea quedarse con esta casa, irá asiéndose cada vez más a tu recuerdo como una enredadera de rémoras hasta acabar de quitármelo, hasta acabar de chuparse el polvo de tu sangre con el cual me he coloreado las mejillas todas las mañanas después de tu muerte. Porque hasta ahora, por causa de ella, no he comprendido todo este sufrimiento, todas estas cosas que me han atormentado tanto, sino oscuramente, como vistas a través de un espejo enturbiado, pero ahora voy a ver claro por primera vez, ahora voy a enfrentar por fin ese rostro de hermosura perfecta al rostro de mi desconsuelo para poder comprender. Ahora me le acerco porque deseo verla cara a cara, verla como de verdad ella es, el pelo ya no una nube de humo rebelde encrespado alrededor de su cabeza, sino delgado y dúctil, envuelto como una cadena antigua alrededor de su cuello, la piel ya no negra, sino blanca, derramada sobre sus hombros como leche de cal ardiente, sin la menor sospecha de un requinto de raja, tongonéandome yo ahora para atrás y para alante sobre mis tacones rojos, por los cuales baja, lenta y silenciosa como una marea, esa sangre que había comenzado a subirme por la base de las uñas desde hace tanto tiempo, mi sangre esmaltada de Cherries Jubilee.
La narradora reflexiona sobre cómo la amante ha logrado reemplazarla en todos los aspectos de su vida.
Se apropió de su rol en la comunidad, de la casa y su memoria. La amante se convierte en una figura invasiva.
Habla del sufrimiento que le ha causado la presencia de la amante, un sufrimiento que no había comprendido completamente, pero que está dispuesta a confrontar.
“Ver cara a cara” se presenta como un acto de enfrentamiento donde la narradora desea despojar a la amante de la idealización que construyó de ella en su mente.
La transformación de su amante, de ser una figura “rebelde” a ser un ser más controlado y perfecto, simboliza el cambio en la percepción de la narradora.
Ahora intenta ver la realidad detrás de su sufrimiento.
La mezcla de sensaciones, de deseos de comprender y de repulsión, revela en conflicto interno de la narradora, quien finalmente se enfrenta a la amante en un último intento por recuperar su poder sobre su vida y su memoria, aunque carga con resignación y dolor.
No todas las suecas son rubias - Manuel Abreu Adorno
Cuenta la historia romántica de Alberto, puertorriqueño que quiere escribir novelas y Christina, una joven sueca que multilingüe.
La obra ejemplifica la universalidad de los autores setentistas.
Se desarrolla en París y en Malmö.
También, hace evocaciones de numerosas ciudades europeas y de algunos países alrededor del mundo, como Senegal, Argentina y Puerto Rico.
El autor utiliza la ironía, el humor y la reflexión para cuestionar estereotipos culturales y sociales.
Las ideas sobre la apariencia y la identidad de las personas pueden influir en la percepción de los demás.
Es una crítica al racismo y al clasismo.
Las chicas suecas en París son presentadas como un fenómeno cultural.
Eran vistas como bellas, sofisticadas, y perfectas alineadas con una imagen muy particular como el estereotipo “todas las suecas son rubias”.
Christina es descrita como un “engendro multilingüe y pluridisciplinario” en un tono crítico y despectivo. Christina no es simplemente una persona polifacética o interesante, sino que, en lugar de ser admirable por su habilidad de hablar múltiples idiomas, se convierte en una figura confusa y artificial.
Abreu parece estar sugiriendo que Christina se convierte en un producto fabricado por la sociedad.
El narrador está tratando de desintoxicarse de una figura de la que parece haber estado emocionalmente atrapado, probablemente una mujer de su pasado.
Tiene la noche una raíz - Luis Rafael Sánchez
A las siete el dindón. Las tres beatísimas, con unos cuantos pecados a cuestas, marcharon a la iglesia a rezongar el ave nocturnal. Iban de prisita, todavía el séptimo dindón agobiando, con la sana esperanza de acabar de prisita el rosario para regresar al beaterío y echar, ¡ya libres de pecados!, el ojo por las rendijas y saber quién alquilaba esa noche el colchón de la Gurdelia. ¡La Gurdelia Grifitos nombrada! ¡La vergüenza de los vergonzosos, el pecado del pueblo todo!
Era la noche.
Dindón - Onomatopeya. Suena la campana.
Beato (beatísimas) - Un santo(a).
Rezongar - Rezar sin pensarlo.
Gurdelia - Prostituta. Gurdelia Grifitos era un nombre dado por ellas.
Grifitios - Pelo negro rizado.
Las beatísimas iban a la iglesia a rezar por sus pecados con prisa porque tenían otras cosas que hacer. Quien deshacerse de sus pecados mientras hablan de otra mujer.
Gurdelia Grifitos, el escote y el ombligo de manos, al oír el séptimo dindón, se paró detrás del antepecho con su lindo abanico de nácar, tris-tras-tris-tras, y empezó a anunciar la mercancía. En el pueblo el negocio era breve. Uno que otro majadero cosechando los treinta, algún viejo verdérrimo o un tipitejo quinceañero debutante. Total, ocho o diez pesos por semana que, sacando los tres del cuarto, los dos de la fiambrera y los dos para polvos, meivelines y lipstis, se venían a quedar en la dichosa porquería que sepultaba en una alcancía hambrienta. Gurdelia no era hermosa. Una murallita de dientes le combinaba con los ojos saltones y asustados que tenía, ¡menos mal!, en el sitio en que todos tenemos los ojos. Su nariguda nariz era suma de muchas narices que podían ser suyas o prestadas. Pero lo que redondeaba su encanto de negrita bullanguera era el buen par de metáforas —princesas cautivas de un sostén cuarenticinco— que encaramaba en el antepecho y que le hacían un suculento antecedente. Por eso, a las siete, las mujeres decentes y cotidianas oscurecían sus balcones y sólo quedaba, como anuncio luminoso, el foco de la Gurdelia.
Gurdelia tiene una casa humilde.
“Tris-tras-tris-tras” - Onomatopeya. Movimiento del abanico.
La mercancía que estaba anunciando era ella misma.
“Negocio era breve” - Había pocos clientes.
Conquistaba a majaderos cosechando los treinta, viejos verdérrimos o tipitejos quinceañeros debutantes.
Ganaba ocho o diez pesos semanales.
Gurdelia tenía una apariencia “fea” pero tenía un busto grande.
Las vecinas apagaban sus luces para ver mejor lo que hacía Gurdelia.
Gurdelia viene de burdel (local donde se ejerce la prostitución)
Gurdelia se recostaba del antepecho y esperaba. No era a las siete ni a las ocho que venían sino más tarde. Por eso aquel toc único en su persiana la asombró. El gato de la vecina, pensó. El gato maullero encargado de asustarla. Desde su llegada había empezado la cuestión. Mariposas negras prendidas con un alfiler, cruces de fósforos sobre el antepecho, el miau en staccato, hechizos, maldiciones y fufús, desde la noche de la tormenta en que llegó al pueblo. Pero ella era valiente. Ni la asustaba eso, ni las sartas de insultos en la madrugada, ni las piedras en el techo. Así que cuando el toc se hizo de nuevo agarró la escoba, se echó un coño a la boca y abrió la puerta de sopetón. Y al abrir:
—Soy yo, doñita, soy yo que vengo a entrar. Míreme la mano apretá. Es un medio peso afisiao. Míreme el puño, doñita. Le pago éste ahora y después cada sábado le lavo el atrio al cura y medio y medio hasta pagar los dos que dicen que vale.
Gurdelia asociaba el “toc” que escuchaba con cosas que pasaron en su casa desde que se mudó.
^ Eran hechizos de brujería lo que encontró cuando llegó por primera vez al pueblo (por ser rechazada).
El que le tocó la puerta era un niño menor de edad.
El niño tiene poco dinero pero se ofrece a lavar la iglesia para comprar su servicio.
La jeringonza terminó en la sala ante el asombro de la Grifitos, que no veía con buenos ojos que un muchachito se le metiera en la casa. No por ella, que no comía niños, sino por los vecinos. Un muchachito allí afilaba las piedras y alimentaba las lenguas. Luego, un muchachito bien chito, ni siquiera tirando a mocetón, un muchachito con gorra azul llamado…
—¿Cómo te llamas?
—Cuco.
Un muchachito llamado Cuco, que se quitó la gorra azul y se dejó al aire el cholo pelón.
—¿Qué hace aquí?
—Vine con este medio peso, doñita.
—Yo no vendo dulce.
—Yo no quiero dulce, doñita.
—Pues yo no tengo ná.
—Ay, sí, doñita. Dicen los que han venío que… Cosa que yo no voy a decir pero dicen cosas tan devinas que yo he mancao este medio peso porque tengo gana del amor que dicen que usté vende.
—¿Quién dice?
Gurdelia puso cara de vecina y se llevó las manos a la cintura como cualquier señora honrada que pregunta lo que le gusta a su capricho.
—Yo oí que mi pai se lo decía a un compai, doñita. Que era devino. Que él venía de cuando en vez porque era devino, bien devino, tan devino que él pensaba golver.
—¿Y qué era lo devino?
—Yo no sé pero devino, doñita.
Gurdelia estaba clara que lo que estaba pasando no era correcto.
El nombre del niño es Cuco.
Aparentemente, él oyó a hombres de su familia hablar de ella. Escuchó que lo que ella les hacía era “devino” (divino), no sabiendo lo que significaba fue adonde ella, inocentemente.
La doble moral se presenta como una crítica a las convenciones sociales, especialmente en lo que respecta a las relaciones sexuales, el comportamiento de las mujeres y los roles tradicionales de género.
En la sociedad del cuento, hay una diferencia marcada entre las expectativas que se imponen a las mujeres y a los hombres.
Mientras a los hombres se les puede perdonar sus actos sexuales, las mujeres son juzgadas por sus actos.
Uno de los recursos literarios más destacados en este cuento es la metáfora.
La noche, la raíz, y el dolor enriquecen la comprensión de la protagonista y sus emociones.
“Noche” (metáfora) sugiera la oscuridad, el misterio y la complejidad de los sentimientos de la protagonista.
La maternidad es un tema central. Está ligado a los conflictos internos y a las expectativas que se les impone a las mujeres.
Gurdelia siente la carga y responsabilidad de ser madre. Es una obligación impuesta socialmente.
Se sugiere que la protagonista quedó embarazada sin desearlo, lo que la obliga a la reflexionar sobre su vida.
Importante: En el título, la noche representa el mundo oscuro y sombrío de su trabajo como prostituta. Las interacciones de su trabajo definen su vida, es un espacio en donde se esconden las realidades que la sociedad ignora. La raíz, por otro lado, representa el instinto maternal en Gurdelia. A pesar que está en un entorno de transgresión y rechazo, llega a sentir profundamente la necesidad de cuidar de un niño que no es suyo como si fuera su madre. En general, el título refleja la dualidad de Gurdelia.
Los viejos edificios - Pedro Pietri
Examina la pobreza en el barrio puertorriqueño de Nueva York.
Se enfatiza el concepto de la unidad (social y cultural).
Pietri lo escribe porque él mismo vive fuera de Puerto Rico.
Vive todas las desilusiones que da Estados Unidos a los puertorriqueños.
El tema es cómo el gobierno quiere separarnos para que no podamos ser una mayoría.
En el poema se reflexiona sobre la vida en los barrios puertorriqueños de Nueva York, particularmente sobre la pobreza y el abandono que experimentan sus habitantes.
A través de los “viejos edificios”, Pietri señala la deterioración física y emocional de un espacio que está siendo ignorado y despojado por las fuerzas sociales, políticas y económicas.
Los edificios representan el hogar de muchas familias puertorriqueñas que han emigrado en busca de una vida mejor, pero se ven atrapadas en un ciclo de pobreza.
Se enfatiza el concepto de la unidad social y cultural dentro de la comunidad puertorriqueña en Nueva York.
Aunque los edificios estén en ruinas, las personas dentro de ellos siguen siendo unids por lazos de familia y comunidad.
El título hace referencia a la infraestructura deteriorada de los espacios urbanos en Nueva York, y también simboliza la resistensia de las comunidades.
Los “viejos edificios” son un reflejo de la historia y las luchas de las personas que viven en ellos.
Según la voz poética, los “familiares cercanos” se encuentran atrapados en un ciclo de pobreza y abandono. A pesar de la pobreza, también señala que existe una unidad y resistencia dentro de la familia, que les permite enfrentar dificultades juntos.
Mujer de 1971 - José Luis Vega
Trata sobre la pobreza.
El poema se destaca por su atemporalidad ya que menciona un año específico pero retrata a una muchacha humilde de cualquier época.
Luis Vega escribió esto para dedicar todo el amor que se merecía la mujer del 71.
El tema es sobre todo lo que la mujer del 71 sufría solo para vivir igual que el hombre.
Universal
Interés en la historia
Visión Cosmopolita
Grupos marginados
Protagoniza a la mujer
"Esta mujer es pobre
de la piel a la piel
Completamente
Escasa y racionada excepto en el amor
tendido en los cordeles para todos"
Se destacan las dificultades que enfrenta una mujer humilde, cuyo cuerpo y alma están marcados por la pobreza y la carencia.
La pobreza no solo se refiere a las condiciones materiales, sino también a su ser más profundo.
La pobreza la envuelve hasta su ser profundo. Está empobrecida en todos los aspecto.
Hay algo que se le da en abundancia: el amor. Esto sugiere que, a pesar de sus limitaciones, ella sigue siendo capaz de dar y recibir amor.
"Cuando sus manos caen sobre las mías
-Torcaces estropeadas-
basta verlas
y armas cuanto han volado.
dan ganas de llenarlas
de granos y sortijas
hasta verlas tornarse
florilegios"
La imagen de las manos de la mujer sugiere una relación íntima y cercana, donde las manos de la mujer se encuentran con las del hablante.
Las manos de la mujer han sifo trabajadas y endurecidas por sus vidad difíciles.
Al observar las manos de la mujer, es posible entender su sufrimiento.
El deseo de dar a estas manos es precioso y digno. Quiere darle algo más que dolor y sufrimiento. Quiere darle amor, respeto, y una mejor vida.
El deseo es que las manos de la mujer se transformen en algo hermoso. A que pase a ser una figura digna, valorada y apreciada.
"Cuando sus ojos caen sobre los míos
terrenales
dispuestos
siderales
con tanta noche humilde en las pestañas
con tanta luz de barrio y vocerío
dan ganas de morderlos como a frutas silvestres
y casi casi casi
se alegra la pobreza."
Los ojos de le a mujer son ddescritos de manera casi cósmica.
Aunque están “terrenales”, lo cual indica su conexión con su vida cotidiana y la realidad, también tienen una dimensión “sideral”, como si llevaran en ellos una visión más amplia, una comprensión de las dificultades del mundo.
La mujer es humilde, trabajadora, y llena de vida comunitaria.
El deseo de morder sus ojos es una metáfora de la tentación y la dulzura de la vida a pesar de la pobreza.
La repetición de “casi” transmite la idea de que, a pesar de las dificultades, hay momentos de alegría y gratificación en la vida de la mujer.