El documento de Catriel Fierro analiza la influencia de los estudios sociales de la ciencia en la historiografía de la psicología, explorando cómo han transformado la forma en que se entiende y se narra la historia de esta disciplina. Tradicionalmente, la historia de la psicología se había construido bajo un enfoque positivista, que concebía el avance del conocimiento como un proceso lineal y acumulativo. Este enfoque clásico ponía el énfasis en los "grandes psicólogos" como los principales protagonistas del desarrollo de la disciplina y consideraba que la evolución de la psicología se explicaba por la mejora sucesiva de teorías y descubrimientos experimentales.
Sin embargo, a partir de la década de 1970, surge la llamada "nueva historia de la psicología", que adopta un enfoque más crítico y contextualizado. Esta nueva historiografía rechaza la idea de que la ciencia progresa de manera autónoma y plantea que el desarrollo de la psicología ha estado influenciado por factores sociales, políticos y culturales. Como parte de este cambio, la historiografía de la psicología comienza a incorporar elementos del constructivismo y el historicismo, enfatizando que las teorías psicológicas son productos históricos que responden a necesidades y valores específicos de cada época.
El documento se centra en tres áreas clave donde los estudios sociales de la ciencia han impactado la historiografía de la psicología:
La normativa y el ethos científico: Se analiza cómo los psicólogos han desarrollado normas, valores y prácticas institucionales que regulan su actividad, y cómo estas estructuras han sido estudiadas desde la sociología de la ciencia.
La cuestión del relativismo: Se discute hasta qué punto el conocimiento psicológico puede considerarse una verdad objetiva, o si está condicionado por el contexto histórico y social en el que se produce.
El debate entre internalismo y externalismo: Se examina si la psicología ha evolucionado internamente por su propio desarrollo lógico o si ha sido moldeada por factores externos, como cambios políticos, económicos y culturales.
Finalmente, el documento concluye que la historiografía crítica de la psicología ha integrado activamente estos estudios sociales, lo que ha generado debates fructíferos dentro del campo. Esta recepción no ha sido uniforme ni libre de controversias, ya que algunos historiadores han aceptado con entusiasmo la influencia de los estudios sociales, mientras que otros han criticado sus posturas más radicales.
Uno de los principios fundamentales de la historiografía contemporánea es la idea de que las historias científicas no son simples relatos objetivos de hechos, sino reconstrucciones que están influenciadas por los valores, ideologías y preocupaciones de cada época. Esto implica que la historia de la psicología no puede ser narrada como una sucesión de descubrimientos neutrales, sino que debe ser analizada críticamente para comprender los factores que han dado forma a la disciplina.
Historiadores como Kurt Danziger han señalado que cualquier reconstrucción histórica está mediada por la perspectiva del historiador, lo que significa que no existe una historia absolutamente objetiva. Además, la historiografía debe someterse a una constante revisión crítica para evitar el "presentismo", es decir, el error de interpretar el pasado con los valores y conocimientos del presente.
Durante gran parte del siglo XX, la historia de la psicología estuvo dominada por un enfoque positivista que veía el desarrollo de la ciencia como un proceso acumulativo y progresivo. Desde esta perspectiva, la labor del historiador consistía en documentar los descubrimientos de la psicología de manera neutral y objetiva. Esta historiografía clásica estuvo influenciada por tres enfoques principales:
El positivismo: Consideraba que la ciencia avanza mediante la recopilación de hechos verificables y objetivos.
El personalismo: Enfatizaba el papel de los "grandes psicólogos" como los principales protagonistas de la historia.
El justificacionismo: Sostenía que la ciencia evoluciona reemplazando teorías antiguas por otras mejores y más precisas.
El principal exponente de esta visión fue Edwin Boring, quien concebía la historia de la psicología como un relato de avances científicos y descubrimientos experimentales. Para Boring, la tarea del historiador era identificar los hitos más importantes en el desarrollo de la psicología y describirlos de manera objetiva, sin cuestionar el contexto social en el que surgieron.
Con el tiempo, esta perspectiva positivista comenzó a ser cuestionada y la historiografía de la psicología se integró con otras disciplinas como la historia, la filosofía y la sociología de la ciencia. Esto permitió una visión más compleja y contextualizada del desarrollo de la psicología, alejándose de la idea de que la ciencia progresa de manera autónoma y lineal.
Uno de los factores que impulsó este cambio fue la institucionalización y profesionalización de la historia de la psicología en Estados Unidos. A medida que la disciplina se consolidaba, surgieron enfoques más críticos que cuestionaban la objetividad de la historiografía clásica. Historiadores como Adrian C. Brock argumentaron que la historia de la psicología debía ir más allá de la simple recopilación de hechos y analizar las estructuras y dinámicas sociales que moldearon el desarrollo de la disciplina.
Este proceso llevó al surgimiento de una nueva historiografía que rechazaba los supuestos de la historia clásica y abría la puerta a la incorporación de metodologías provenientes de los estudios sociales de la ciencia.
A medida que la historia clásica de la psicología comenzó a ser cuestionada, surgieron nuevas perspectivas historiográficas basadas en el constructivismo, el historicismo y el relativismo.
Constructivismo: Esta postura sostiene que el conocimiento no es un reflejo objetivo de la realidad, sino una construcción social. En la historiografía de la psicología, esto significa que los conceptos psicológicos no existen de manera independiente, sino que son productos de procesos históricos y culturales. Por ejemplo, la idea de "inteligencia" ha sido definida de diferentes maneras a lo largo del tiempo, reflejando no solo avances científicos, sino también intereses políticos y sociales.
Historicismo: A diferencia del presentismo, el historicismo enfatiza la importancia de analizar el pasado en sus propios términos. Desde esta perspectiva, los historiadores deben evitar juzgar el pasado con criterios contemporáneos y, en su lugar, esforzarse por comprender el contexto en el que surgieron las ideas psicológicas.
Relativismo: Algunos historiadores han llevado el constructivismo y el historicismo al extremo, argumentando que el conocimiento es completamente relativo y que no existen verdades universales en la ciencia. Esta postura ha sido criticada por algunos autores que consideran que, si bien la ciencia está condicionada por factores sociales, también posee una base empírica que no puede ser ignorada.
Estos cambios epistemológicos marcaron un giro en la forma en que se estudia la historia de la psicología, alejándola de la idea de un progreso lineal y objetivo, y acercándola a enfoques más críticos que reconocen la influencia de factores externos en la construcción del conocimiento.
Uno de los cambios más significativos en la historiografía crítica de la psicología fue la modificación de sus métodos de investigación. Mientras que la historia clásica dependía en gran medida de reconstrucciones secundarias y relatos ya establecidos, la nueva historiografía comenzó a fundamentarse en el análisis de fuentes primarias, el trabajo de archivo y técnicas cuantitativas provenientes de la cienciometría.
Fuentes primarias y trabajo de archivo:
Se promovió el estudio directo de documentos originales, manuscritos, correspondencias y otros materiales históricos que permitieran una reconstrucción más precisa y menos sesgada de la historia de la psicología.
El trabajo de archivo se convirtió en una herramienta fundamental para obtener información de primera mano y evitar la dependencia de relatos previos que podrían estar influenciados por sesgos interpretativos.
Algunos historiadores, como Danziger, criticaron la tendencia de la historiografía clásica a depender excesivamente de textos secundarios, ya que esto reforzaba narrativas que no necesariamente eran las más precisas.
Análisis cuantitativos y cienciometría:
Se incorporaron herramientas de análisis bibliométrico y sociométrico para examinar la producción científica y evaluar patrones históricos en la publicación de investigaciones psicológicas.
Estudios basados en el conteo de citas, colaboraciones entre autores y análisis de redes académicas permitieron mapear la evolución de la psicología desde una perspectiva cuantitativa.
Estos métodos se utilizaron para complementar los enfoques cualitativos, proporcionando datos empíricos que pudieran respaldar o refutar hipótesis sobre la historia de la disciplina.
El uso combinado de estas metodologías permitió una visión más rica y matizada del desarrollo de la psicología, alejándola de narrativas simplistas y ofreciendo un enfoque más riguroso basado en múltiples fuentes de evidencia.
Uno de los enfoques más influyentes dentro de la historia crítica de la psicología ha sido el análisis sociológico del conocimiento psicológico. Esta perspectiva sostiene que el desarrollo de la psicología no puede entenderse únicamente en términos de descubrimientos científicos, sino que también debe analizarse en función de los intereses intelectuales, ideológicos y sociopolíticos que han influido en la disciplina.
La sociología del conocimiento, desarrollada inicialmente por Karl Mannheim, influyó en historiadores como Danziger y Buss, quienes comenzaron a estudiar la psicología no solo como un conjunto de teorías, sino también como una práctica social determinada por factores externos.
Se argumenta que los psicólogos no trabajan en un vacío social, sino que sus investigaciones están condicionadas por intereses académicos, políticos y económicos. Por ejemplo, el auge de ciertas teorías psicológicas en distintos momentos históricos puede estar vinculado a necesidades políticas o ideológicas específicas.
Se analiza el papel de las instituciones, las políticas gubernamentales y los cambios culturales en la evolución de la psicología, destacando que la disciplina ha sido moldeada tanto por factores internos como por presiones externas.
Este enfoque ha sido clave para desmitificar la idea de que la psicología se ha desarrollado de manera "natural" o autónoma, revelando que su historia está profundamente entrelazada con dinámicas sociales y políticas.
Otro subcampo importante dentro de la historiografía crítica es la historia social y cultural de la psicología, que se centra en el análisis de la psicología como una práctica profesional e institucional.
Esta perspectiva examina cómo la psicología ha evolucionado como una profesión, explorando los procesos de institucionalización y profesionalización de la disciplina.
Se estudian las relaciones entre la psicología y la sociedad, analizando cómo las demandas sociales han influido en la dirección de la investigación psicológica.
Se argumenta que la psicología no solo ha sido influenciada por la sociedad, sino que también ha tenido un impacto en la cultura, ayudando a moldear discursos sobre la personalidad, la inteligencia y la salud mental.
Un ejemplo clave de este enfoque es el análisis del papel de la psicología en la educación y en las políticas de salud pública, mostrando cómo las ideas psicológicas han sido utilizadas para justificar ciertas prácticas sociales y gubernamentales.
Este enfoque amplía la perspectiva sociológica para incluir la estructura institucional de la ciencia y los procesos de comunicación y validación dentro de la comunidad científica.
Se analizan las redes de colaboración entre científicos, la distribución de financiamiento y el papel de las revistas científicas en la consolidación de ciertas teorías psicológicas.
Se examinan las controversias científicas como parte fundamental del desarrollo de la psicología, argumentando que el conocimiento se construye a través del debate y la negociación entre diferentes grupos de investigadores.
Se estudia la relación entre la psicología y otras disciplinas científicas, explorando cómo las ideas psicológicas han sido influenciadas por desarrollos en la biología, la sociología y la filosofía.
Este enfoque ayuda a comprender la psicología no solo como un conjunto de teorías, sino como una comunidad científica con normas, jerarquías y mecanismos de control del conocimiento.
Se estudia cómo los psicólogos han desarrollado normas y valores internos que regulan su actividad científica.
Se analizan los mecanismos de recompensa y castigo dentro de la comunidad científica, incluyendo la forma en que se evalúa la credibilidad de los investigadores y se distribuyen los recursos de investigación.
Se debate hasta qué punto el conocimiento psicológico puede considerarse una verdad objetiva o si está condicionado por su contexto histórico.
Algunos historiadores han defendido un relativismo extremo, argumentando que la psicología no es más que una construcción social, mientras que otros han sostenido un realismo crítico que reconoce la influencia social sin descartar la base empírica de la ciencia.
Se examina el conflicto entre la visión internalista, que considera que la psicología ha evolucionado por su propio desarrollo lógico, y la visión externalista, que argumenta que la disciplina ha sido moldeada por factores externos como cambios políticos y culturales.
Se rechaza la idea de que la psicología sea un sistema cerrado y autónomo, destacando que su evolución ha estado profundamente influenciada por el contexto social e histórico.
La historiografía de la psicología ha evolucionado desde un enfoque positivista hacia una perspectiva más crítica e integradora.
Los estudios sociales de la ciencia han contribuido significativamente a esta transformación, aportando nuevas metodologías y enfoques teóricos.
La historia de la psicología ya no se entiende como una simple acumulación de conocimientos, sino como una construcción social que refleja las dinámicas y valores de cada época.