LO DADO, LO CREADO Y ADQUIRIDO


1. Dos dimensiones de un mismo mundo

El origen etimológico de las palabras naturaleza (del latín “natura - ae”) y de cultura (también del latín “cultura” , “cultus-um”), designan dos dimensiones capi- tales y complementarias de la vida humana, por un lado la presencia del mundo natural, y por otro, la actividad primordial del ser humano en contacto con él. Naturaleza y cultura constituyendo, pues, un binomio en mutua relación dinámica, donde, sin embargo, la potencia cultural, o sea, la iniciativa y creatividad de la persona, es más fuerte y agresiva que la mansa naturaleza.

Antiguamente, cultura designaba sencillamente la tarea de cultivar la tierra, labrar los campos y atender los cultivos, indicaba tan solo el trabajo humano sobre la

naturaleza. Mientras que el sentido de la palabra naturaleza se ha mantenido más o menos estable a través de los siglos, no ha pasado lo mismo con el término cultura, que ha estado sujeto a varias transformaciones.

Durante la época iluminista (siglo XVIII), la palabra cultura asumió un sentido elitista y designó al individuo que “cultivaba” el conocimiento, el espíritu y la mente, en oposición a la tosquedad e “incultura” de la naturaleza. Así se impuso el término como sinónimo de “saber”, “ser instruido”, o sea, “tener cultura”, ser una persona “culta”. Aunque se mantiene muy vivo hasta el presente este significado reductivo de cultura, porque los medios de comunicación social y los gobiernos siguen usándolo en su acepción aristocrática, sin embargo, en los ambientes científicos hoy esa palabra, ha desbordado cualquier significado unívoca, y se utiliza en forma metafórica para indicar gran diversidad de tareas humanas. Se habla entonces de “cultura campesina”, o bien de “cultura física”, de “cultura culinaria” o de “cultura artística”.

La diversidad de contextos, impide el uso unificado del término. Y es normal que así sea. Cada área humana en la que se aplique, hace necesaria una definición adecuada de su sentido, pues los criterios

semánticos deben tenerse en cuenta las significaciones contextuales. Ciertas disciplinas

han institucionalizado su propio significado de cultura. La sociología habla de “cultura juvenil”, de “cultura feminista” o de

“cultura obrera”. En antropología se hace referencia a la “cultura prehistórica”, a la

“cultura mágica” a la “cultura afrobrasileña”. En agricultura existe la “viticultura” y

la “apicultura”.

En resumen, resulta difícil, si no es imposible, abarcar bajo una sola percepción analítica de cultura, la variedad o extensividad

de discursos significativos, ya que para conocer la denotación exacta del término

hay que atender a los contextos en el que

se utiliza. Pero gracias a esta diversificación semántica se ha enriquecido la comprensión del concepto, y algunas disciplinas científicas han aportado a su estudio

nuevos enfoques.

A continuación, esbozaremos en primer lugar, los rasgos generales que carac- terizan la naturaleza y la cultura. despues

nos de tendremos en el análisis más profundo de este último respecto a la semiótica.

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